viernes, 3 de noviembre de 2006

Cuando los Ciudadanos toman la palabra

Hablaba Robert Merton, uno de los padres del estructural-funcionalismo, de la posibilidad de que, dentro de un sistema, pudiesen aparecer subsistemas o elementos discordantes con el sistema en su conjunto. A esto le llamaba disfuncionalidades, y recomendaba la necesidad de reducirlas al máximo si se pretendía mantener la estabilidad de ese sistema. Como disfuncionalidad en el sistema político catalán puede calificarse la entrada en el Parlament de Ciudadanos de Cataluña.

El nuevo partido, con sólo ocho meses de vida y un candidato completamente desconocido, ha conseguido entrar en la Ciutatella tras superar la barrera del 3%. Y es que este número, de infausto recuerdo para el conjunto de la clase política catalana, ha vuelto a significar un revulsivo para la situación; Si hace dos años significó una clará "omertá" entre los distintos partidos, hoy puede pasar a ser símbolo de "apertura" a los ciudadanos. La entrada del nuevo partido constata la poca credibilidad que merecen a la sociedad los partidos tradicionales (la participación en estas elecciones ha sido la segunda más baja en unas autonómicas de la historia de Cataluña).

Y es que al ciudadano corriente lo que le importa es si le bajan los impuestos o le suben el precio de la luz eléctrica. Si se van a construir más hospitales o se va a impulsar una nueva política ante la inmigración. El catalán corriente "pasa" de bilingüismos, estatutos y nacionalismos varios, mas propios de siglos pasados que de una sociedad moderna como es la catalana. Al catalán no le gusta estar enfrentado al resto de España por culpa de unos políticos más interesados en ideologías que en la búsqueda de soluciones. La campaña en su conjunto ha sido un ejemplo de lo que no debe ser una campaña política: los candidatos no han hecho una sola propuesta de futuro, todo se reducía a un "quítate tu pa´ponerme yo" en el que nadie aportaba nada nuevo, además de unas polémicas prefabricadas que buscaban dar que hablar (el efecto "ZP"), y que sólo han conseguido el hastío del votante, que decidió quedarse en casa, votar en blanco (mas de un 2% de voto de protesta colocan a estas elecciones al frente de todas las celebradas), o bien votar a la alternativa, Ciudadanos de Cataluña.

Una alternativa con especial mérito, debido a la prohibición expresa de mencionar a este partido en ningún medio de comunicación catalán, además de no aparecer representado en ninguna encuesta pre-electoral. Tan solo dos medios de comunicación, proscritos, por cierto, por todos los demás, El Mundo y la COPE, han hablado abiertamente de los actos de campaña del nuevo partido. En todos los demás medios se impuso una férrea "ley del silencio". Evidentemente, el sistema se había protegido frente a la posible disfuncionalidad.

También Merton habla de otro proceso bastante más interesante: el interés del sistema por integrar aquello que, en un principio, era disfuncional. Lo que Lampedusa hizo famoso con la frase: "Es necesario que todo cambie para que todo permanezca igual". Es decir, ante la nueva situación, la reacción del sistema será intentar integrar a los "disfuncionales". Habrá que comprobar si les es posible.

Pero, ¿ Qué es Ciudadanos de Cataluña? ¿ Es sólo una plataforma ciudadana que busca una cierta regeneración democrática, es el gérmen de un partido liberal en España, o no es más que una agrupación oportunista con los días contados?. Evidentemente, el tiempo responderá a estas y otras preguntas, pero de momento, Ciudadanos supone un soplo de aire fresco en el Parlament, y la posibilidad, quizás demasiado idealista, de que existe otra forma de hacer política.

Ciudadanos ha conseguido lo más difícil: entrar en el Parlamento. A partir de ahora, depende de ellos el conseguir cautivar a un electorado que está harto de políticas decimonónicas. Porque, a pesar de sus políticos, la sociedad catalana continúa siendo una sociedad moderna, avanzada, y con cosas más importantes en las que pensar que si Cataluña es una nación, o deja de serlo.

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